jueves, 15 de abril de 2010

Platón y Auden

No, Platón, no


No se me ocurre nada

que menos me gustaría ser

que un Espíritu descarnado,

incapaz de masticar o sorber

o hacer contacto con las superficies,

aspirar las fragancias del verano,

comprender el lenguaje y la música

o contemplar lo que vendrá después.

No, Dios me ha ubicado exactamente

donde yo hubiera escogido estar:

el mundo sublunar es divertido,

un lugar en que las Personas son hombres y mujeres

y les dan Nombres Propios a las cosas.
-
No obstante, puedo concebir

que los órganos que me dio la Naturaleza,

por ejemplo, mis glándulas endocrinas,

que trabajan como esclavas las veinticuatro horas del día,

sin ningún gesto de resentimiento

para gratificarme a Mí, su Amo,

y mantenerme en buena forma,

(no porque se los ordene,

pues no sabría qué gritarles),

sueñen con otra existencia

que la que han conocido hasta el momento:

sí, bien podría ser que mi Carne

esté rezando para que El muera,

y la libere entonces a Ella, convertida

en Materia irresponsable.




Wystan Hugh Auden, Poesía selecta

Traducción de Rolando Costa Picazo